
“La ira no nos permite saber lo que hacemos, y todavía menos lo que decimos” (Arthur Schopenhauer)
“Cuando te inunde la alegría, no prometas nada a nadie. Cuando te domine la ira, no escribas ninguna carta” (Proverbio chino)
“He aprendido el silencio a través del charlatán; la tolerancia, a través del intolerante, y la amabilidad, a través del grosero”
(Khalil Gibran)
“Aferrarse a la ira es como agarrar un trozo de carbón candente con la intención de arrojarlo contra alguien. Al final eres tú quien se quema” (Siddhartha Gautama)
No hace mucho, recomendaba a una persona querida que pensase en estas frases cuando le invadiese la ira. Lástima que no me las hubiese aprendido de memoria y puesto en práctica.
Vivimos instalados en la prisa, en la inmediatez, no queremos que nada se demore, ni siquiera nuestra respuesta ante las emociones que nos suscitan los demás.
Ya lo decía mi madre: las prisas no son buenas para nada. Y eso, aplicado a los conflictos emocionales, es una verdad como una catedral de grande. En la mayoria de las ocasiones, con tan solo retrasar 24 horas la respuesta, los conflictos se resolverian de un modo positivo o al menos, con menos daños.
Esa pausa nos ofrece la posibilidad de revisar el conflicto, de verlo desde otra perspectiva y asi valorar si nuestra respuesta es proporcional. Tengo que recordarlo para la próxima vez.
Otra frase que no deberia olvidar es:
“Lo contrario es lo conveniente”.
En momentos de crispación, si aportamos la misma energía que nuestro oponente, sólo lograremos doblar la negatividad y en lugar de solucionar el problema, lo estaremos empeorando. En cambio, si decidimos apostar por la emoción contraria, podemos revertir la situación.
Aún me queda mucho por aprender
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