domingo, 21 de junio de 2009

Dominar las emociones


"Érase una vez un Gran Samurai que vivía cerca de Tokio que, aunque viejo, se dedicaba a enseñar el arte zen a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que aún era capaz de derrotar a cualquier adversario.
Cierta tarde, un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos apareció por allí, quería derrotar al Samurai y aumentar así su fama. El viejo aceptó el desafío y el joven comenzó a insultarlo, pateó algunas piedras sobre él, escupió en su rostro, gritó insultos contra él y sus ancestros, etc. Durante horas hizo todo lo posible para provocarlo pero el viejo permaneció impasible. Al final del día, sintiéndose ya exhausto y humillado el guerrero se retiró.
Los alumnos, sorprendidos, preguntaron al maestro como pudo soportar tanta indignación y agresión.
-"Si alguien llega hasta ustedes con un presente y ustedes no lo aceptan ¿a quién pertenece el presente?"
- "A quién intentó entregarlo" respondió uno de los discípulos.
- "Lo mismo vale para la injuria, la rabia, la calumnia y los insultos. Cuando no son aceptados, continúan perteneciendo a quien los traía consigo" concluyó el maestro."


Esta bonita leyenda nos enseña que nadie, salvo nosotros, tiene poder sobre nuestras emociones. Pero ¿es así realmente?

Hay un refrán que dice: "Quien calla , otorga". Y es que , a veces pensamos que lo mejor ante una situación de rencor, odio, rabia... es callar y no dejar que sea el otro quien intoxique nuestros pensamientos y se haga con el control de nuestras emociones; pero callar ante la injuria, la calumnia, la difamación,etc en entornos donde nuestra imagen puede quedar seriamente dañada, por ejemplo, en el entorno laboral, es cuando menos peligroso y puede crear una situación difícil de sobrellevar.
¿Quién no conoce ese tipo de personas que incapaces de hacerse valer por sus propias cualidades, quieren medrar a costa de echar abajo la reputación de los demás ?


A una emoción negativa no puede respondersele con otra emoción negativa, porque eso solo refleja inseguridad , además de caer en el circulo vicioso de la violencia.

Pero desde luego resulta razonable, y hasta sano, defendernos cuando algo nos molesta, nos hiere o nos complica la vida, siempre que lo hagamos de una forma clara y equlibrada. Porque no defender nuestros derechos es también una forma de agresión contra nosotros mismos.

Es más saludable intentar responder desde el respeto y la comprensión, sin sentirnos amenazados, confiados en nuestra seguridad; porque si nos sentimos atacados actuaremos defensivamente, no olvidemos , que la ira nace de un instinto primario de supervivencia y adaptación.

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3 comentarios:

Hada Azul dijo...

:( por eso yo cuando salto...me paso tres pueblos....de tanto callar y callar.....gracias de nuevo por tus publicaciones.:)

Carmen dijo...

Hay una frase de W. Shakespeare que lo define muy bien : "El dolor que no habla gime en el corazón hasta que lo parte"

Hada Azul, pienso que es bueno hacer saber lo que nos molesta, sin molestar a quien se lo hacemos saber.

Un beso

Tita dijo...

Totalmente de acuerdo contigo, Carmen. No dejarnos pisar...no hace falta utilizar la rabia y la ira (la que primero sale), pero sí de forma asertiva, hacernos valer.