lunes, 29 de agosto de 2011

Somos lo que pensamos





Es probable que hayamos buscado un lugar tranquilo para nuestras vacaciones. Un lugar relajado, silencioso, bonito donde descansar del bullicio de la gran ciudad. Y  puede que  hayamos encontrado ese maravilloso edén, pero ¿hemos encontrado realmente el silencio? Dejadme que sea un poco desconfiada, tal vez lo hayáis encontrado; claro, el silencio está aunque esté el sonido del riachuelo, de los pájaros, de las olas... Pero ¿habéis encontrado el silencio dentro de vuestras cabezas?

¿Sabiais que tenemos entre 50 y 60.000 pensamientos al día, incluso algun@s más aún? ¡Cómo para encontrar el Silencio !
Todo lo que hacemos, lo que decimos y nos decimos, lo que sentimos, lo que imaginamos, lo que recordamos... todo se genera antes en nuestra mente. Somos conscientes de muchos de ellos, pero de muy poquitos si los comparamos con el total de los que no controlamos. Hacemos y decimos muchas cosas que hemos pensado, decidido, pero seguro que muchas otras salen de nuestras bocas o las hacemos de un modo tan inconscientes que no reparamos en ellas, ni en las personas a las que van dirigidas. Pero recordad que ellos también tienen su buena dosis de pensamientos diarios y muchos puede que se originen a partir de nuestros actos o palabras.

¿Os habéis preguntado qué es lo que nos decimos a nosotros mismos? Porque no cabe duda de que buena parte son un monólogo interior muy interesante.
Si somos lo que pensamos, tiene mucha importancia lo que nos decimos y el tono en el que nos lo decimos ¿no creéis? Puede que pensemos que tenemos un kilito de más, por ejemplo y que estaríamos mejor sin él, pero que de todos modos estamos estupend@s. Pero puede que pensemos que no tenemos remedio, que somos unos gordos, feos que no podemos gustar a nadie con ese tipo.... Y nuestra autoestima merma y merma un poquito más cada día y nos quedamos atrapados en el lamento y el malestar.

Entre 50 y 60.000 a diario. Bien pensado es una herramienta fabulosa para entrenarla a nuestro favor , para transformar muchos de los pensamientos negativos que tenemos en pensamientos positivos; para controlar nuestros estados de ánimo, para comprendernos un poquito mejor y de paso comprender un poco mejor el mundo que nos rodea. Yo creo que es una tarea que merece la pena.


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lunes, 22 de agosto de 2011

De nuevo, padres




Hay una etapa en la vida en la que, después de haber educado a tus hijos, vuelves a convertirte en padre/madre de tus propios padres, sobre todo cuando su autonomía y/o sus facultades mentales se ven mermadas.
Una etapa en la que  de nuevo vuelves a enfrentarte con la demanda total de atención, con sus miedos y temores, con problemas de celos y hasta rebeldías; también con la sensación de culpa por no poder disponer de todo el tiempo necesario para atenderles, para estar con ellos, para escucharles... y tal vez, con el enojo de no ver esa tarea equitativamente repartida entre todos los hijos.

No es tarea nada fácil.

Se educa a los hijos para la vida, dotándoles de las herramientas necesarias para que sepan desenvolverse en ella con  autonomía, responsabilidad, tolerancia, respeto. A los padres no hay que educarles, ellos ya vienen con su propio bagaje y experiencia de vida , aunque al igual que nuestros hijos demanden de nosotros
protección, seguridad y afecto.

De nuevo has de tomar decisiones ajenas, aunque cueste a ambas partes, porque por lo general ellos quieren mantener su autonomía, a pesar de que en muchas ocasiones no son conscientes de sus limitaciones y  necesidades, y se resisten a que la última palabra sea la nuestra. Lo que nos ocasiona no poco desgaste emocional.

Suele recomendarse la atención especializada cuando no se dispone del tiempo y/o la preparación necesaria para atenderles, pero no siempre esa es la solución, porque en muchos casos esa atención es económicamente prohibitiva  y en otros muchos, son los ancianos los que se niegan a ella, sobre todo porque les falta información adecuada sobre este tipo de instituciones y tienen "su idea"

La paciencia, el equilibrio psicológico y sobre todo, mucho amor son imprescindibles en este nuevo rol que nos toca (o tocará) asumir. Algún día el testigo pasará a nuestros propios hijos.