sábado, 21 de mayo de 2011

La política y nuestro entorno


La política sigue siendo un tema sensible en España, según un sondeo realizado de cara a las elecciones. Un 68% prefiere hablar de política con su pareja y un 25% evita hablarlo con sus hermanos e hijos, para que no haya conflictos.

Con los compañer@s de trabajo medimos nuestras palabras y evitamos retratar nuestra idelología , tal vez sabedores de que podría haber discrepancias con nuestros colegas que enturbiaran el entorno laboral.

En cuanto al entorno familiar, según parece,  suele ser un tema de conversación poco prioritario con los padres y hermanos para eludir fricciones; aún cuando estamos ideológicamente más cerca de los hermanos que de los padres. Tal vez sea una cuestión generacional.

 Por lo general, las parejas se eligen por afinidades culturales, sociales, religiosas y también políticas; motivo por el cual nos sentimos más cómodos hablando de estos temas con nuestra pareja. Lo que no implica que necesariamente votemos al mismo partido. Algo similiar es lo que sucede con nuestros amigos más intimos; es más, parece ser que conocemos mejor las intenciones de voto de nuestros amigos que de los propios hijos.

En cuanto a los hijos, es curioso que son estos los que saben mejor a quien votaran sus padres que a la inversa. Solo un 9% vota igual que sus hijos.

Según parece somos bastante fieles a nosotros mismos, pues 6 de cada 10 españoles vota siempre al mismo partido; aunque un 30% juzga más la actuación de los politicos que al partido en si.

¿Estarán mañana entre nuestras razones  el desencanto, la desconfianza, el voto de castigo...?


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viernes, 13 de mayo de 2011

El legado a los hijos



Estos días azules y este sol de la infancia", como dijo el poeta. Y más cosas. Los besos, por ejemplo. Besos de mariposa o besos de pingüino. Las frases de consuelo cuando se hacían daño. Las rabietas absurdas que acababan en nada. O en abrazos gordísimos. Y la risa. Sobre todo la risa.
Los viajes a la Luna conversando en la cama. Las mañanas, dulzonas, del domingo. La mirada de amor de los abuelos. Los amigos que traían a casa piruletas, camisetas con lema o pompas de jabón.
Las tardes de verano, largas, con chapuzones. Esos días gloriosos en que no trabajábamos y estábamos, enteros, a su disposición. Todas las volteretas, y todas las cosquillas que les hicimos. Aprender a nadar. Patinar. Abrazarlos. Su entusiasmo tras quitarle a la bici las ruedas de detrás. Siestas en el regazo. Las sonrisas amplísimas para quitarle el miedo.
Escuchar con asombro sus dramas del colegio. Aquel cuento de siempre, deshilachado ya, que leímos mil veces. Aquellas pataletas por asuntos triviales: desenredarse el pelo, por ejemplo. Las canciones payasas. Las canciones de amor. Los baños en el mar. El disfraz de princesa. El ratoncito Pérez. O los tiempos verbales que conjugaban mal. Aprender a escribir. A sumar. A esperarse. A parar de llorar.
Esas noches, perfectas, en casa de sus primos. Los abrazos de calma tras una pesadilla. El amor sin las treguas, el perdón instantáneo, la fe ciega en nosotros. Éstas serán sus armas de futuro. No podremos legarles mucho más...    Mariola Cubells (Diario ADN)

Ayer leí este artículo en el diario ADN ; me pareció un relato lleno de ternura y sensibilidad, y quise compartirlo con vosotros. Pero se ve que los "duendes" de blogger hicieron de las suyas y la entrada fue eliminada hasta de borradores. Menos mal que he podido recuperarlo, espero que os guste y os traiga tan gratos recuerdos como a mi.

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