viernes, 27 de agosto de 2010

Todo pasa y todo queda



Como escribía el gran genio de la palabra Antonio Machado

Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.


Llego el tan ansiado tiempo de asueto y hoy, ya consumido, queda el regusto de lo vivido.

Decidí deshacerme del tiempo que marca el reloj y disfrutar del espacio y la compañia; sin prisas, sin limitaciones, sin propósitos o al menos con el sano propósito de no hacer nada, que como una vez leí, no es lo mismo que "hacer el vago".
La idea no es sentarse el día entero ante la tele o tumbarse todo el día en la toalla a la orilla del mar , desactivados de todo y de todos.
No hacer nada es conectarse a uno mismo y al mundo que nos rodea, procurando disfrutar y saborear de todo aquello que la vida nos ofrece. Dejandonos fluir.

Reencuentros con los amigos "del verano" ; amistad atípica donde las haya que no necesita de riegos continuos y donde el encuentro se toma en el punto en el que se dejó un año atrás, como si el tiempo no hubiese transcurrido.

El lujo del espacio y el tiempo compartido con la pareja, sin limitaciones durante unas pocas semanas.

Despertares sin prisas y anocheceres sin tiempo.

Deslumbrantes amaneceres y espectaculares ocasos, un deleite para los sentidos y un tesoro de inapreciable valor, más aún con el soplo de la brisa acariciando la piel.

El calor del hogar y la vuelta a la infancia con quienes, por fortuna, aún siguen a nuestro lado.

Un regalo inesperado: una pequeña mascota que ha llenado los dias de alegría, regocijo y entretenimiento.

Fraternales momentos con complices recuerdos. Apretando lazos.

Idas y venidas, con sabor a poco y con deseo de más.

Todo eso y mucho, muchísimo más ha dejado en mi ese
pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar

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