domingo, 26 de abril de 2009

Optimismo inteligente





Parece ser que en el mundo que vivimos, y tal y como estan las cosas últimamente, ser optimista no goza de muy buena prensa y hasta corren el peligro de ser tachados de necios, ilusos y/o pardillos quienes lo practican. Y sin embargo, los especialistas opinan que el optimismo es el camino más corto hacia la felicidad.

Las dificultades y los problemas no van a dejar de estar ahí porque nosotros nos desesperemos, porque perdamos la ilusión y la esperanza , porque nos dejemos caer al vacio; entonces ¿por qué no luchar desde una actitud positiva, entusiasta, dinámica, y por supuesto realista? Por descontado, no estoy hablando del optimismo exacerbado, propio de la euforia o mania; sino de un optimismo inteligente.

La principal diferencia que existe entre una actitud optimista y su contraparte –el pesimismo- radica en el enfoque con que se aprecian las cosas: empeñarnos en descubrir inconvenientes y dificultades nos provoca apatía y desánimo. El optimismo supone hacer ese mismo esfuerzo, pero con el fin de encontrar soluciones y nuevas posibilidades.

Las personas moderadamente optimistas, al contrario de lo que parecería, suelen tener una visión más realista de la vida y del entorno.

Mientras el pesimista se siente impotente ante la adversidad, el optimista considera los golpes de la vida como desafíos temporales y reversibles.



Una investigación llevada a cabo por la clínica Mayo de Nueva York, con 839 personas, a las que se midió su nivel de optimismo hace 30 años, reveló que los optimistas viven un 20% más que los pesimistas. Al parecer, la salud no sólo depende de la genética y las condiciones físicas, sino también de la actitud que tenemos en la vida, cómo afrontamos los problemas y de qué manera combatimos el estrés. Mientras que el pesimista se da por vencido, el optimista mantiene un mejor sistema inmunitario y se recupera antes.

En cuanto a si se trata de una cualidad innata o podemos aprender a ser optimistas, se establecen muchas más dudas que certezas. Algunos investigadores defienden un componente genético y otro aprendido, y por lo tanto modificable. En cambio, pensadores, como el fundador de la psicología positiva Martin Seligman, afirman que hasta las personas más cínicas son capaces de aprender optimismo y mejorar sus vidas.

La investigadora estadounidense Carol Dweck, autora del libro “Mindset“, también opina que el optimismo puede aprenderse. Considera que está al alcance de todos con sólo adoptar lo que ella define como “mentalidad del cambio”: tener conciencia de que somos personas cambiantes, que crecemos cada vez que nos arriesgamos a aprender algo nuevo y que el optimismo incrementa cuando uno se da cuenta de que es dueño de su destino.

Según ella, la mejor manera de criar optimistas es educando a los niños y los jóvenes con una “mentalidad de crecimiento”: aumentando su autoconfianza felicitándolos por sus esfuerzos y no por sus logros.

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9 comentarios:

Flautista de Neón dijo...

Sin la pretensión de pecar de protagonista, he leido tu artículo y me veo reflejado en él, en el sentido de practicar el optimismo inteligente a diario. Me comparo con compañeros de trabajo más jóvenes que yo, y que parecen mayores; que cogen bajas médicas frecuentemente mientras yo gozo de mucha mejor salud. Y lo peor es que me tratan de iluso, de soñador, y de maniático de las buenas y sanas costumbres.

Pero yo soy así, tal como has descrito aquí, un optimista inteligente.

Un besazo, Carmen, con mucho optimismo.

Carmen dijo...

Estaba segura, Flautista, de que eras un optimista inteligente. Tus palabras así lo reflejan.

Yo intento serlo, y aunque a veces resulte difícil, la vida se hace más llevadera si la perspectiva desde la que se ve es optimista, porque desde ella siempre hay esperanzas y posibilidades; algo que niega el pesimismo.

Más vale ser ilusos que tristes,¿no te parece?

Un fuerte abrazo.

Un

Tita dijo...

Me he quedado en el optimista ¿nace o se hace? Y la verdad, por más que pienso en bebés y niños de 2 y 3 años...no veo a ninguno pesimista...

¡Gran post!

Besos

Pluvisca dijo...

Algo influye la gen´tica, pero no hay nada( actitud) que una persona no pueda cambiar si quiere.

Hay gente que prefiere vivir de "rentas de su pesimismo"

Un post genial

Besazos

Carmen dijo...

Tita,

Cuántas veces sentimos haber perdido con la edad la frescura y sencillez con que los niños ven y viven la vida. Son puro optimismo, nada les frena, perseveran a pesar de los tropiezos y caidas.
Lástima que seamos nosotros mismos quienes nos echemos el freno, y con ello perdamos el optimismo.

Pluvisca,

Es cierto, hay muchas actitudes que está en nuestra mano cambiarlas.

La gente que vive "de las rentas de su pesimismo", al fin y al cabo son unos pobres infelices, que se niegan la posibilidad de disfrutar de la vida.

Besos.

Azul. dijo...

Yo no soy tan optimista como nuestro amigo el Flautista, pero intento arrimarme a los que lo son, cuando veo que se me oscurece el horizonte. Es una buena opción, también!

Besos.

Hada Azul dijo...

Yo lo intento y lo intento....poco a poco lo estoy empezando a conseguir...aunque siempre esta ese maldito lado mio pesimista que me persigue como una sombra en celo....agggggggggggg lo venceré tarde o temprano pero...cuanto me esta costando!!!!!!!!!!!!

Carmen dijo...

Azul,

Es una decisión acertada acercarse a los que ven la otra cara de la moneda; nos ofrecen otra perspectiva de la vida, en la que a veces ni siquiera habiamos caido.

Hada Azul,

No es fácil pasar de una actitud pesimista a otra optimista, pero si vamos cambiando pensamientos negativos por otros más realistas y/o más positivos, poco a poco lo lograremos.

Un beso, chicas.

Anónimo dijo...

Hvala za intiresnuyu iformatsiyu