martes, 15 de septiembre de 2009

Hijos del anhelo de la vida



Casi todos hemos pensado o más bien fantaseado con una idea: la posibilidad de volver a nacer, con todos los conocimientos y experiencias que hubieramos acumulado hasta ese momento. Seguro que cambiariamos muchas de las cosas que hicimos, o hariamos aquellas que dejamos de hacer.

Lo que es alto improbable, salvo en las películas cuya argumento es la utilización de una máquina del tiempo ; y aún en estas la conclusión es que nada puede ser cambiado so pena de alterar la Historia.

Pensamos , bienintencionadamente, que todo ese cúmulo de experiencias que hemos vivido y acumulado podriamos trasmitirselas a nuestros hijos, evitandoles así tomar decisiones erróneas, en el afán que nos mueve a los padres por allanarles el camino, limando asperezas y redondeando aristas, en la certeza que nos ha dado la experiencia vivida de que el camino por el que han de transitar no siempre será "de rosas" .

Deseamos mostrarles todos y cada uno de los atajos que hemos aprendido.
Seguro que en alguna ocasión hemos pensado que de tener en cuenta todos nuestros consejos serian generaciones y generaciones llenas de sabiduria, que pondrian la experiencia al servicio de la inteligencia y el entendimiento, para hacer de este mundo un lugar mucho mejor de lo que es.
¡ Cuán equivocados estamos con tales conjeturas ! Mera fantasia

Cuando tratamos de pasar nuestras experiencias a nuestros hijos lo más normal es que nos encontremos con un muro difícil de traspasar, aún en los casos que parecen dar muestras de cierto interés.

Y es que cada ser humano es único y necesita adquirir su propio conocimiento del mundo que le rodea. Necesitan tropezar con su propia piedra y desgastar sus propios zapatos , porque solo a través de los fracasos y errores seran capaces de aprender y obtener éxito.

No nos empeñemos , pues, en tratar de conseguir con nuestros hijos aquello que no fuimos capaces de conseguir por nosotros mismos. Como padres hemos de dotarles de buenas y eficaces herramientas con las que enfrentarse a la vida , dejarles volar en libertad y permitirles que cada cual ande su propio camino y construya su proyecto de vida.





"Tus hijos no son tus hijos. Son los hijos e hijas del anhelo de la Vida. Vienen a través de ti, pero no de ti y, aunque están contigo, no te pertenecen. Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos, pues tienen los suyos propios. Puedes albergar sus cuerpos, pero no sus almas, pues sus almas habitan en la casa del mañana, que tú no puedes visitar, ni siquiera en sueños. Puedes esforzarte en ser como ellos, pero no intentes que sean como tú."

(De: El Profeta, de Gibran Jalil Gibran)


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8 comentarios:

Tita dijo...

Excelente post. Cuando sin querer ¿sin querer? caemos en la tentación de querer pensar por ellos y limarles todo, creo que deberíamos hacer el sencillo ejercicio de visualizarnos frente a nuestros padres.

Nos daremos cuenta del espacio que reclamamos frente a ellos, nuestros padres (presentes o ausentes) y la diferencia entre ambos.

Es la obligación de los padres superar la emoción que nos obliga a la superprotección.

Un besazo

Ah, y te robo las palabras de Gibrán. Las sentía hace mucho, pero él como siempre, ya lo había expresado fenomenal hace tiempo.

Pluvisca dijo...

Cuanta razón, sólo la experiencia propia nos hace crecer, sólo tropezando solitos aprendemos...

El poema precioso, es que este hombre me gusta mucho, a mi modo de ver, da en la diena la mayoría de veces.

Un abrazo Carmen

Flautista de Neón dijo...

Totalmente de acuerdo. Los padres, debemos ser buenos guías, para que encaucen bien nuestros hijos su aprendizaje.

Somos de diferentes generaciones, luego ellos deben aprender por sí solos y experimentar la vida.

Khalil Gibran, siempre ha sido para mí, un maestro de la sabiduría. En una ocasión, cuando contaba con apenas 18 años de edad, ví en un puestito de libros de segunda mano de un mercadillo en la calle, un libro titulado: "El Maestro", de este autor. Ya lleva casi 30 años en mi librería. Me encanta.

Un abrazo, Carmen.

Carmen dijo...

Tita,

Con demasiada frecuencia tendemos a la superprotección. Algo que causa muchos más problemas que la generosidad de la independencia, aunque , como padres, nos de un pellizquito en el alma.

Pluvisca,

Solo el que tropieza caminará con más precaución, aunque la costumbre nos haga decirles mil veces : ¡¡¡Cuidado !!!

Efectivamente, Flautista, hay que entender que siempre nos separará una generación y hacerles saber que nuestra mano siempre estará a su alcance.

Abrazos apretaos.

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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