domingo, 24 de mayo de 2009

Lucha interior


“El viejo cacique de la tribu, que estaba teniendo una charla con sus nietos acerca de la vida, les dijo:

- Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí, una pelea entre dos lobos. Uno de los lobos es maldad, temor, ira, celos, envidia, dolor, rencor, avaricia, arrogancia, culpa, resentimiento, mentira, orgullo, egolatría, competitividad y superioridad. El otro es bondad, valor, alegría, paz, esperanza, serenidad, humildad, dulzura, generosidad, ternura, benevolencia, amistad, empatía, verdad, compasión y amor. Esta misma pelea está ocurriendo dentro de ustedes y dentro de todos los seres humanos de la Tierra.

Los niños quedaron en silencio por un minuto y después uno de ellos preguntó a su abuelo:

- ¿Y cuál de los dos lobos crees que ganará?

El viejo cacique respondió simplemente:

- Ganará el lobo al que yo alimente.”


¿Cuidamos nuestras emociones?

La experimentación científica ha puesto de manifiesto que “a lo largo de la vida resultan esenciales una mayor autoestima, una mejor capacidad para gestionar las emociones perturbadoras, una mayor sensibilidad frente a las emociones de los demás y una mejor habilidad interpersonal; pero los cimientos de todas estas aptitudes se construyen en la infancia”. Son palabras de Daniel Goleman y Linda Lantieri, expertos en lo que ahora denominamos educación social y emocional.

Y a pesar de su importancia, descuidamos la educación emocional y no les enseñamos a los niños a:

Saber lo que les pasa por dentro. Comprender cómo la inseguridad y el miedo influyen en su comportamiento. Desarrollar un vocabulario emocional sólido con el que puedan comunicarse con el resto.

Identificar los sentimientos de los demás para aprender a ponerse en su lugar.

Aprender a gestionar las emociones básicas y universales. Son el único activo con el que se viene al mundo.

Diseñar, ejecutar y evaluar soluciones responsables a los problemas, y no adoptar posicionamientos dogmáticos

Resolver conflictos para mantener relaciones sosegadas con los demás. Rechazar aquellas decisiones que impliquen violencia o agresión.

Distintas pruebas científicas demuestran que los niños educados con prácticas afines a estos criterios son más felices, confían más en sí mismos y son más competentes social y emocionalmente.

¿Cuántos de nuestros problemas actuales no tienen su origen en esa falta de aprendizaje de las emociones o en su mal aprendizaje ?

Tal vez, es la asignatura pendiente más importante y a la que menos importancia se da.

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3 comentarios:

Pluvisca dijo...

Asi es, si de pequeños les enseñaramos a vivir de ese modo, serian mas felices, al menos sabrian manejar mucho mejor los conflictos.

pero...el lobo feroz se disfraza de oveja...y si no tenemos herramientas para manejar...nos muerde, eso si no nos devora...

Un abrazo

Carmen dijo...

Lo bueno y lo malo, es inherente al ser humano; no es que algunas personas sean buenas y otras malas. Todos poseemos ambas cualidades.

El objetivo de una buena educación debería ser fomentar lo mejor de la naturaleza humana, y del mismo modo, evitar lo peor.

Pero me temo, Pluvisca, que seguimos sin darles las herramientas necesarias para manejarlas.

Un beso.

Tita dijo...

Cuanto bueno puede enseñar un cuento, una frase "Ganará el que yo alimente"

Genial